De día, Allegra Chase vivía entre los artistas y excéntricos que poblaban Greenwich Village, en Nueva York. Eran los locos años veinte y buscaba una vida llena de aventuras. Pero, de noche, cazaba en oscuros callejones y bares de mala reputación con una intención mucho más primaria: calmar su apetito.
Entre el lujo y la depravación de esa sociedad, no era extraño que incluso una vampira como ella se dejara llevar por la tentación de la carne. Le bastó con mirarse una vez en los apuestos ojos dorados de Griffin Durant para saber que no se trataba sólo de un simple mortal, sino de un hombre lobo.
Aunque los seres como ellos dos habían sido enemigos durante siglos, Griffin nunca había conocido a una vampira tan independiente y desinhibida como Allegra. Pero el deseo que los había unido provocó los celos del señor de los vampiros y parecía inevitable una guerra racial. Griffin y Allegra deberían luchar para mantenerse a salvo e intentar conseguir su sueño, una pasión que durara toda la eternidad.
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